lunes, 25 de febrero de 2019

¡Estas niñas...!


María no sabía donde estaba, en realidad no se había dado cuenta nunca en que lugar del planeta se encontraba. Bueno, ni siquiera sabia que esto era un planeta.

El medio acuoso en que se movía era cálido y confortable. ¿Sería un delfín?  Sentía placer en todo su cuerpo al sentirse acariciada por el medio y la música ambiental, rítmica y suave le procuraba una gran tranquilidad.

El tiempo transcurría plácidamente, sin prisa, ningún dolor, ninguna estridencia perturbaba su descanso.

En un momento determinado descubre nuevos placeres, oye armonías y risas de otras personas que deben habitar en este mismo espacio, y que establecen con ella una relación amigable y cálida, se siente acompañada y querida.

Sigue transcurriendo el tiempo lentamente, sin prisa, no tenemos necesidad de correr, todo es suave, aterciopelado. 

Creo que esta casa se me está quedando un poco estrecha, sin embargo me sigue gustando estar tan recogida en un lugar tan a mi medida. No me preocupa nada, no necesito nada, todo funciona muy bien.

Los astros y las estrellas estaban en su sitio colocadas, todo estaba en perfecto estado. El orden cósmico es inalterable.

La fase de embrión va llegando a su fin, y todo se organiza para dar la entrada al nuevo ser que viene para dominar y mandar sobre todas las cosas. Pero, la nueva MARIA tiene otros planes.

Ella ha disfrutado del seno maravilloso de su madre. De la suavidad del medio, del amor que le rodea y le penetra por todos sus poros, no quiere exponerse a la rudeza de la vida, a lo áspero del entorno, al frío de la noche, al peligro de la guerra, al riesgo de los incendios, al golpe del tráfico, al dolor de la enfermedad, a la ausencia del ser querido y…

Decide no perturbar su espíritu, vagar en las ondas, integrarse en el TODO, y seguir disfrutando de la vida de los delfines, de la calidez de la primavera, del amor universal.


¡Estas niñas cada día se emancipan antes!
 

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