Erase una vez un castillo donde vivían tres hermosas princesas, que junto con el Rey y la Reina formaban una familia muy feliz
Las tres eran muy buenas y aplicadas y el Rey estaba orgulloso de ellas.
La segunda de las hijas era pelirroja y esto se daba un brillo especial a los ojos del Rey, su padre, que andaba buscándole una gran mansión para que ejerciera su señorío y pudiera desplegar sus grandes virtudes y beneficiar a muchas personas.
La Reina, por su parte, envió mensajes a las mejores embajadas para hacer llamamientos a Príncipes casaderos que pudieran desposar a sus otras hijas.
Para asombro de propios y extraños, todos los deseos de felicidad de estos Reyes se cumplieron.
Las tres princesas no fueron raptadas por dragones, no se pincharon con ninguna aguja, no fueron envenenadas con manzanas, sino que consiguieron ser felices y...comerse una paella de vez en cuando en El Estimat.
Es el cuento más bonito que he leído. ¡Gracias, hermanica!
ResponderEliminarHoy me he duchado (es una exageración) con gotas de oro. Tengo un olor a papá...
¡Qué hemos hecho para tanto!
Besicos.