La naturaleza mas inerte también tiene su mensaje de amor.
Volvía de Santiago después de haber estado con mis hijos y nieto y la Cordillera de los Andes me dio el último adiós.
Salimos con 20 minutos de retraso, eso hizo que no hubiera demasiada luz cuando despegó el avión, no obstante tuve la oportunidad de contemplar el magnifico espectáculo que es la vista de la cordillera.
Al despegar el avión hace un giro y a poca altura pasa por Santiago, la ciudad se ve perfectamente y se aprecia lo planita que es y la cantidad de zonas verdes ¡ me ha gustado esta ciudad! cuando fue cogiendo altura y volvimos a recuperar el sol, empezó a verse la cordillera, con sus cumbres nevadas y por último un inmenso mar de piedra y nieve con todas las crestas que parecían olas de tormenta.
A 10.000 metros también se veía la costa y el Pacifico, El sol ya estaba en el horizonte y el cielo presentaba una ancha faja de intenso color carmín que se iba degradando en tonos naranjas y rosas, ¡un espectáculo!.
En un momento determinado el sol se iba hundiendo en el mar. De un color rojo, como si fuera fuego, se hizo una línea muy brillante que fue desapareciendo.
Una gran fiesta organizada por un gran anfitrión.
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