Hace 38 años parí a mi cuarto hijo. Cada hijo es único y yo lo recibí con alegria pero también con preocupación por la gran cantidad de trabajo que cuatro hijos suponen.
Con el esfuerzo de cada día, los cuatro salieron adelante, fueron al colegio, los deberes, los pies planos, la ortodoncia, la primera comunión, las 80 uñitas que habia que cortar todos los sábados...luego el Instituto, ¡la adolescencia! ¡horror! la Universidad, que me voy de casa, que se empareja, que se casa...uno a uno fueron haciendo su vida y yo me fuí haciendo vieja.
Todo me parece que ha salido bien, solo espero desaparecer poco a poco y salir de puntillas de la escena.
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